lunes, 27 de junio de 2016

Curiosa Enfermedad


Esa tarde que tu mirada no dejaba que la mía se aleje, me perseguías con tu constante deseo de hacerme reír. Yo no me daba cuenta o tal vez no quería ver que allí estabas, vos y tu enfermedad. Y de este lado, la mía. Dos desconocidos infectados por el mismo germen. Tratando de descifrar tus síntomas me olvidé de los míos.

Una noche hablamos y no paramos. Sin embargo, era yo la que palabra tras palabra te hacía imaginar un mundo. Y vos, simplemente, me escuchabas atentamente. Dijiste que no podías parar de ver cada una de mis historias en tu mente. Colores, bigotes, pies chiquitos, alegrías, lágrimas, chascos y un sin fin de cuentos que te hicieron reír.

Y no me preguntes por qué, la borrachera se me pasó con un café. El humo y el aroma de ese desayuno se mezcló entre nosotros y dejó entrever nuestras bocas adornadas con una sonrisa constante. Ambos queríamos lo mismo, hablar de nuestros sobrinos. Y eso hicimos, los recordamos en todos los sentidos. Tan pequeños e indefensos frente a un planeta nuevo y lleno de color.

En esos días, infectaste un poco mi cabeza con tus microbios. Ya no podía pensar en otro ser que no seas vos. Vos y tu enfermedad alocada. Me contagiaste y te contagie. El diagnóstico fue reservado. La cura no existe, pero si los besos y los abrazos directos al corazón. Tratamos de prevenir una epidemia con la rareza de nuestras risas. El deseo de tenernos cerca todo el tiempo nos puso en cuarentena. La elevada fiebre de volverse a encontrar una vez más, se reflejaba en el termómetro minuto a minuto.

Yo no quiero curarme amor. Pídeme que siempre estemos infectados de esta locura que nos hace bailar. Aquella que nos permite ver más allá de la pared que se le presenta al resto. Vos y yo, cómplices de mil y un carcajadas. Jamás permitamos que nos pesen los enojos, la distancia, la falta de ganas, el desamor. Que no muera la luna, las estrellas, la noche, el vino, el baile, el anhelo de nuestras bocas juntas. Que no sane nuestra enfermedad, porque es única.



martes, 14 de junio de 2016

El Caballero Negro



¿Cómo es que te han abandonado caballero?, ¿No pudieron ver tu lealtad?, ¿Quién tomó la decisión de soltarte al vacío?, ¿Cómo fue el momento en que dejaron de querer el sin fin de caricias?.
Fue un 29 de abril. Llegaste para no irte. Con una mirada de desolación y tristeza pedías cariño. Lo exigías. No dejabas respirar. Amaste desde un principio. Te entregaste una vez más sabiendo que lo podías perder todo de nuevo.
Algo de miedo tenías, no todo era tan fácil. Pero con un plato de comida y un poco de mimos, la desesperación desaparecía. Alertaste mis sentidos, demostraste que mis ojos podían ver más allá de las tinieblas que los envolvían en ese momento que llegaste. Limpiaste mis lágrimas con tu lengua, rozaste mis mejillas con tu hocico y sin dudas entraste en mi corazón.
Eres un caballero negro, que me cuida por las noches y me alegra por las mañanas. A la tarde tu compañía es incondicional. Desde un sillón me miras, con tus ojos marrón café, tus orejas grandes y esas alas gigantes que solo yo puedo ver.

Nunca me dejes angel de mi soledad. Ladrón de caricias y sonrisas. Demandante de atención, no muerdas las paredes. Muerde este corazón, llévate mil pedazos y guárdalos entre tus axilas calentitas. Dame tu patita y no te vayas nunca de mi lado. A lo mejor, no fue el destino quien hizo que nos encontráramos. Fueron nuestros ojos. Ellos estaban esperando algo así, los míos y los tuyos, siempre juntos.      


miércoles, 8 de junio de 2016

Responsablemente desorganizado



Mañana necesitaré algo de eso. Llegar tarde a algún lado o tal vez quedarme durmiendo. La puntualidad es mi fuerte y por momentos me aburre. Puede que en estos días busque quemar la comida y escuchar a los bomberos. Necesito algo de adrenalina y no pensar tanto. Algo que me hierva la sangre un poco, que me saque de lo cotidiano. Quiero golpearme un poco, tropezar y volverme a levantar. O simplemente caminar despacito con mi perro escuchando la música de la noche, de las estrellas.  
Vivo mirando a mi alrededor. A todos esos que incendian etapas, que buscan trofeos, transgrediendo no se qué, que les causa placer. Y no saben que vivir al extremo no es eso. ¿Acaso están ciegos? Que no pueden ver. No hay héroes en esta sociedad. Y los que lo fueron alguna vez, viven en el anonimato. La vida está hecha de sueños y nosotros tan despiertos. Empastillados para dormir y para funcionar.    
¿Quién soy yo para venir a hablar de la vida, de los golpes o de los miedos? Lo único que sé es que es lindo vivir responsablemente desorganizado con uno mismo y estar predispuesto para dar. Siempre. Soñando despierto. Pienso que lo que marca nuestro porvenir son esas ganas inquietas de buscar todos los días algo nuevo para hacer. La sorpresa de no saber qué va a pasar.  

Que ocurra la lluvia, las horas, el mar, las miradas, la risa, los rostros, las pausas, los cafés, las locuras, los olvidos, las llamadas, tu voz, los cambios, los mates, los besos, las juntadas improvisadas, los desayunos. Que ocurra la vida, el amor, el deseo, el desgarro sentimental, el extrañar, el querer sin conocer. Que ocurra!  



miércoles, 1 de junio de 2016

Una Sola Canción

Un lugar a donde ir, un destino al cual llegar y cada latido es un paso. Hay muchas maneras, por caminos turbulentos y senderos angostos. Los latidos se confunden y se mezclan con otros. A veces los acordes que las forman son dispares. Algunas melodías terminan en bajezas y arrepentimientos, otras terminan sonando bien.
También están esos que nunca están dispuestos a componer y tenemos que esperar a que su ritmo suene. Está el apurado, el solitario miedoso, la apasionada, el volado, la valiente o el complicado.
Lo difícil es resignar el camino cuando encontramos al par. ¿Realmente es el par? Nace una ambivalencia en mi todo el tiempo. Creemos encontrar el ritmo perfecto, la canción de los sueños. A veces las respuestas no llegan y la melodía se vuelve ruido. En otras oportunidades la canción es sublime y llena de luz.  
Cada segundo acrecienta nuestros sueños, las ganas de volar sin sustancias y las de llegar sin proyectos. A algunos todo lo vano nos tienta, todo lo loco y grotesco.
¿Querés venir conmigo? Ahí aparece el miedo, solapando nuestras vidas, al igual que un montón de ataduras en el alma que no nos permiten seguir adelante. Y aparecen las contradicciones y las mañas.
Nos perdemos de compartir disparates, risas, lloriqueos y creativos vuelos. Y en ese  momento decimos: “Toma mi mano y vuela conmigo, que en esta tierra ya no cabemos, que hace calor y hace frío”. Pero visto y considerando que las palabras han pasado de moda, he decidido plasmar las sensaciones. Eso que nos causa temblequeos, estornudos de cariño, dolores de panza, nervios compartidos, en fin, amor.

No quiero pedirle a la lluvia que pare, si el día está para mojarse. No quiero sentirme sola si sé que estás pensando en mi. Quiero caminar parejo y que nuestros pies formen una misma canción. Reirme con vos todos los días. Poner caras de humor. Proponer una escondida y que no nos encuentren más hasta quedarnos completamente solos. Vos y yo, una canción.