miércoles, 8 de junio de 2016

Responsablemente desorganizado



Mañana necesitaré algo de eso. Llegar tarde a algún lado o tal vez quedarme durmiendo. La puntualidad es mi fuerte y por momentos me aburre. Puede que en estos días busque quemar la comida y escuchar a los bomberos. Necesito algo de adrenalina y no pensar tanto. Algo que me hierva la sangre un poco, que me saque de lo cotidiano. Quiero golpearme un poco, tropezar y volverme a levantar. O simplemente caminar despacito con mi perro escuchando la música de la noche, de las estrellas.  
Vivo mirando a mi alrededor. A todos esos que incendian etapas, que buscan trofeos, transgrediendo no se qué, que les causa placer. Y no saben que vivir al extremo no es eso. ¿Acaso están ciegos? Que no pueden ver. No hay héroes en esta sociedad. Y los que lo fueron alguna vez, viven en el anonimato. La vida está hecha de sueños y nosotros tan despiertos. Empastillados para dormir y para funcionar.    
¿Quién soy yo para venir a hablar de la vida, de los golpes o de los miedos? Lo único que sé es que es lindo vivir responsablemente desorganizado con uno mismo y estar predispuesto para dar. Siempre. Soñando despierto. Pienso que lo que marca nuestro porvenir son esas ganas inquietas de buscar todos los días algo nuevo para hacer. La sorpresa de no saber qué va a pasar.  

Que ocurra la lluvia, las horas, el mar, las miradas, la risa, los rostros, las pausas, los cafés, las locuras, los olvidos, las llamadas, tu voz, los cambios, los mates, los besos, las juntadas improvisadas, los desayunos. Que ocurra la vida, el amor, el deseo, el desgarro sentimental, el extrañar, el querer sin conocer. Que ocurra!  



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