Hoy decidí salir semidescalza, bajo la lluvia, en busca de un cuaderno para comenzar a escribirte. Y no me importa lo que pase, seguiré el sueño de un amor improvisado. Un amor que no se si será. Pero como te dije en su momento, todos merecemos palabras de amor. Si han sido pocos días, pocos besos, no me importa.
Dicen por ahí que mirando el cielo se achican las distancias. Es por eso que quizás mire el cielo todas las noches para recordarte. Tus caricias, tus besos, tu sonrisa, tu cuerpo. Estoy segura que no fue casualidad, que sin querer te cruzaste e hiciste que me sienta mujer otra vez. Con tan poco lograste que se vuelvan a iluminar mis ojos. No dejes que nadie apague tu luz, tu locura. Porque la vida es un sueño cuando el amor llega de verdad. Arriésgate siempre y da todo.
Y yo acá me sigo preguntando, ¿Cómo hiciste para impregnar tu perfume en mi cuerpo en tan pocos días, tan pocas horas, tan pocos segundos? Sólo puedo pensar que en cada uno de los momentos el tiempo dejaba de correr. Nos jugamos todas las cartas sin conocernos, nos mimamos sin razón alguna. Nos dimos todo lo que no sabíamos que teníamos para dar. Y aún así el tiempo no pasaba más.
Pienso en vos. Recuerdo tu sonrisa y comienzo a sonreir, como si no estuviese la distancia, como si no existiesen los kilómetros que nos separan. Simplemente me ahogan tus recuerdos.
Y no todos mis días son color de rosa. Ayer las rosas se escondieron entre arbustos y flores secas. ¿Dónde están que mi vida se desarma?. Y sin ellas me he desvanecido pensando en vos, cuando tu piensas en otra y otro piensa en mi. ¿Por qué nos merecemos esto?. Al menos tengo un lapiz y un papel para escribirte mis deseos, mis ansias, mis anhelos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario