Todos alguna vez fuimos canción, silencio, alegría, suspiro, egoísmo, mentira, amor, secreto. Jugamos a ser abogados, maestras, carpinteros, cocineros, papá y mamá. Muchas veces hemos llorado, amado, abrazado, besado. Pintamos la ciudad o el campo de colores, la playa o el desierto en tonos claros, el río y la montaña de verde muzgo, las nubes azules y el sol amarillo.
Pero todo los días me pregunto: ¿cuándo seremos capaces de salir a la vida animándonos a ser oportunidad?. Y hablo de ella como algo que no hay que dejar pasar. Sin miedo largarse a un sin fin de vértigo que es lo cotidiano. Qué lindo sería ser un cielo donde la estrella fugaz no termina de pasar. Y allí es donde los otros se quedan, apreciando esa belleza muy nuestra, sin dejarnos ir. Siendo una oportunidad única e irrepetible en ese cielo, en ese momento y con esa luz. Dejar que descubran nuestros más preciados secretos, deseos y pasiones. Desnudar nuestra alma sin miedo al sufrimiento. Jugarse todo.
No hay una escuela que nos enseñe a vivir, hoy más que nunca somos el reflejo de nuestro ser. Las acciones, los pensamientos y la locura de uno marcan el camino. Y el destino nos espera en cada puerta, en cada risa, en cada abrazo perdido. No seamos egoístas con nosotros mismos por el miedo a caer. La oportunidad de ser oportunidad para otro y para nosotros es hoy.

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