miércoles, 11 de mayo de 2016

La Noche de la Epidemia

Era una noche espantosa. Las niñas pensaban que su paseo sería por San Telmo, pero el rumbo del transporte número ocho nos habría dejado en la zona del Caballito. Apenas bajamos de la carroza pública, avistamos un tipo maduro, de anteojos extremadamente gruesos, vestido de negro y con aspecto raro. Caminamos, solo caminamos y a la media cuadra, aquel hombrecillo mostró su miembro insignificante. La pequeña inocente, rizos dorados, fue quien dijo: - Solo estaba orinando, no hay de qué preocuparse.
Continuamos con nuestra andanza. Avistamos un bar lleno de masculinos y entramos. Nuestros cuerpos llamaron la atención hasta que apareció el mozo. No pudimos evitar mirarlo, el muchacho era hermoso. Su cabello era oscuro, sus ojos marrón claro y su piel blanca. De su boca carnosa salieron las siguientes palabras: - Damas ¿en qué puedo servirles?. Las niñas solo pidieron café, lágrimas y cortados. Sentimos vergüenza frente a la mesa de los masculinos que rebalsaba de alcohol.
Más tarde, nos acercamos al lugar Siete Disco. Ya casi al llegar, nuestras miradas reconocieron aquel rostro y su terrible bragueta semi baja. No habíamos podido olvidar su miembro reproductor, su diminuto artefacto. Era él, otra vez. En esta oportunidad, fue la niña del corte Carré la que replicó: - Es un malevo, rufián de las calles porteñas, depravado de los puentes. Ante semejante acto de exhibición, lo único que sentimos fue pena por ese pobre sujeto, hundido en su anonimato.  
Era hora de entrar. Divisamos a una prostituta de nuestros tiempos, con una amiga santulona y un marica de su mano. Niña dientes de garra trató de localizar al bandido de Bonanza, pero nada sucedió.
Una vez dentro del oscuro lugar, vacío por la epidemia, vacilamos de piso a piso. Nos esparcimos por el lugar. La niña Paloma Prevención, subió unos pocos escalones hasta llegar a un entrepiso donde se encontró con un sheriff de la noche. Ella le preguntó: - ¿Tú eres un hombre fiel?. Lamentablemente, todas las respuestas eran negativas y su ilusión cayó de un precipicio al entender que la respuesta no era lo que ella esperaba.
La niña del Yoga y la niña Carré avistaron a un pelilargo y lamentaron su fealdad. Desearon nunca tener que bailar algún vals con él. Como un torbellino, la pequeña Dientes de Garra formó las horrendas parejas. Un muchacho de sobrepeso, escuchó las historias falsas que la niña Paloma Prevención tenía para contar. Todos sus cuentos eran acerca de niños calvos. La niña no paraba de parlar. Un muchacho flaco y la niña de rizos dorados entablaron una larga conversación. Desgraciadamente, a la niña del corte carré le tocó vivir aquel vals no deseado con el hombre de clinas largas.
Pasaron las horas y la noche se volvió mañana. Recuerdo la pista vacía, la poca gente bailando, riendo y conversando. Nadie besaba, solo unos pocos se abrazaban. El pánico, que sembraron los diarios acerca de la epidemia A, fué el detonante para pasar una noche ideal.

BASADA EN UNA HISTORIA REAL


2 comentarios: